Arte Precolombino de México
Nadie pone en duda la grandeza de la cultura de los pueblos precolombinos. Desde sus orígenes, los indígenas demostraron una profunda sensibilidad en sus expresiones artísticas. Pueblos como los olmecas, teotihuacanos, zapotecas-mixtecos, purepechas, etc. sobresalieron por su elaborado arte.
Los mayas desarrollaron una civilización avanzada, con grandes centros ceremoniales como Tikal, Palenque o Copán, donde esculpieron delicadas estelas, finos dinteles o elaboradas losas. Por ejemplo, en la Estela de Quiriguá, grabaron cálculos exactos sobre las posiciones astronómicas de hace 400 millones de años, calculando el tiempo de un año con mayor exactitud que nuestro actual calendario gregoriano. No puede olvidarse, además, sus operaciones aritméticas y el hecho de haber sido el primer pueblo americano en trabajar la escritura a través de intrincados jeroglíficos.
Los mayas destacaron en todas las artes, hecho que se constata en la cerámica policromada y plomada, en la decoración de las fachadas, en la refinada pintura, en los jarrones de alabastro o en la incorporación de arcos en sus construcciones. En estas manifestaciones se deja sentir la influencia de los toltecas, cuando aparecen los chac-mooles, los altares decorados con cráneos y tibias entrecruzadas o los edificios circulares. Sus sólidos conocimientos urbanísticos fueron lo suficientemente extensos como para poder construir terrazas artificiales, calzadas, acueductos y cisternas en las ciudades.
Los aztecas no introdujeron grandes innovaciones y en sus pirámides se percibe la influencia tolteca. Sin embargo, destacaron por haber sido grandes artistas de profunda sensibilidad. La arquitectura y escultura azteca es sobrecogedora, seguramente, influenciada por los ritos de sacrificios humanos. Sus expresiones transmiten una fuerza que puede parecer, en un primer momento, brutal, pero que en un estudio detallado se descubre una original belleza.
Período Preclásico (2.000 aC al 200 dC.)
En este tiempo se conformaron los patrones principales de la civilización mexicana como su habilidad arquitectónica para trabajar la piedra, sus técnicas manuales para los tejidos, cerámicas, tallados en piedra y madera, su escritura jeroglífica y su división del tiempo y de las estaciones del año. Gracias a la utilización de diferentes métodos agrícolas, la población creció rápidamente, convirtiendo las pequeñas villas en pueblos. Comenzaron a surgir centros ceremoniales que sirvieron también como centros de trueque y comercio. Buenos ejemplos de este período son San Lorenzo, La Venta, Tres Zapotes, (Estado de Veracruz) y Cuicuilco, en la Ciudad de México.
Período Clásico (200 dC al 900 dC.)
Etapa en la que se sucede la transición de las culturas rurales a los centros urbanos con hegemonía política y económica. Este tiempo fue la «época dorada» para las expresiones artísticas. Fue un tiempo en el que se construyeron importantes obras arquitectónicas, se logró una planificación urbana avanzada y se dieron relevantes hechos en el ámbito intelectual. El comercio se realizó de forma organizada lo que, aunado a una estratificación de la sociedad teocrática, permitió a los gobernantes la creación de grandes imperios.
Los mejores ejemplos de este período los encontramos en lugares como Teotihuacán y Cholula (en la Mesa Central), El Tajín (Veracruz), Monte Albán (Oaxaca), Palenque y Bonampak (Chiapas), Dzibilchantún, Labná, Kabah, Sayil, Chichen-Itzá y Uxmal (en la Península de Yucatán).
Período Postclásico (900 dC. al 1521 dC.)
Este período se caracterizó por la evolución de las estructuras sociales, pasando del orden teocrático al orden militar. Además, se sucedieron cambios en los importantes centros ceremoniales (como Cholula, Chichén-Itzá, Tenochtitlán), desapareciendo algunos y, otros en cambio, floreciendo.
El Período Postclásico estuvo dominado por el Imperio Azteca y por el resurgimiento de la civilización maya en las cercanías de Chichén-Itzá y Uxmal. Las muestras de este tiempo las encontramos en sitios como Xochicalco (Estado de Morelos), Tula (Hidalgo), Tenayuca y Tenochtitlán (Mesa Central), Yagul y Mitla (Oaxaca) y Chichén-Itzá, Tulúm y Cobá en la Península de Yucatán.
Historia de La Arquitectura Mexicana
La arquitectura de los siglos XVI al XVIII es sin duda la huella más visible del México colonial. Durante este período se construyeron cerca de 15.000 templos y una treintena de catedrales, promovidos y construidos por la iglesia católica y gracias a la abundante buena mano de obra indígena más o menos especializada (tan sólo en los primeros 50 años fueron construidos por lo menos 250 conventos de franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas.).
La singularidad de la arquitectura tiene su base en el relativo aislamiento de la colonia, y en la aportación de los propios indígenas durante su fase de aprendizaje de las técnicas españolas. Las propuestas locales se manifiestan en los diseños ornamentales que evolucionarían, más tarde, hacia el plateresco. En las primeras construcciones, el rasgo más llamativo son las capillas abiertas (llamadas también capillas de los indios), así como los frescos con fines didácticos. Los elementos góticos y renacentistas de las construcciones se combina con elementos mudéjares y arcaísmos medievales.
Sin embargo, es el estilo barroco el que puede ser considerado como el primer estilo artístico americano y muy especialmente mexicano. Un estilo que adquiere su propia apariencia y que tiene a su mejor exponente en el Sagrario de la Catedral Metropolitana. Coincide con el asentamiento de la colonia y la pujanza económica, situación que se ve reflejada en la construcción de numerosos palacios y casas singulares. El siglo XVIII es la época en la que la arquitectura se mexicaniza, es decir, momento en el que los criollos e indígenas, con propuestas más vitalistas, desplazan a los artesanos europeos. A finales de este período, en el siglo XVIII el barroco fue derivando hacia el churrigueresco, dando vida a un arte excesivamente recargado. Finalmente el estilo herreriano acabó imponiéndose, relegando los elementos decorativos a partes muy concretas de las construcciones.
Durante el siglo XIX se introdujeron diversas corrientes eclécticas europeas del momento, especialmente las procedentes de Italia y Francia, existiendo un periodo donde se impuso el estilo neoclásico. Resultado de ellas fueron las construcciones como el edificio de Correos o el Palacio de Chapultepec (Ciudad de México), donde se pueden apreciar las diferentes corrientes modernistas. En el siglo XX la arquitectura mexicana se renueva con las propuestas de arquitectos como Luis Barragán o Villagrán García. Entre las obras contemporáneas destacan la Ciudad Universitaria, el Museo Nacional de Antropología e Historia o el Museo Rufino Tamayo.
Historia de La pintura mexicana
Durante la época de la colonia, la pintura mexicana estuvo fuertemente influida por los temas religiosos y enfocada a la técnica mural. Los grandes retablos y los bajorrelieves de espíritu indígena constituyeron las formas más frecuentes de la escultura de aquel tiempo. Durante el siglo XIX la pintura se caracterizó por la influencia academicista, pero a finales de ese mismo siglo, surgió el movimiento llamado «pintores viajeros» donde los paisajes fueron el tema predominante. El siglo XX fue prolijo en representaciones históricas del país y los movimientos revolucionarios sentaron las bases del movimiento muralista. Los pintores utilizaron su arte como instrumento de oposición política y nacionalista. José Clemente Orozco propuso una visión satírica y trágica, Diego Rivera recreó en sus pinturas la Conquista desde el punto de vista de los indios y finalmente, David Alfaro Siqueiros se decantó por los temas sociales. Con esta sólida base surgen las obras de Rufino Tamayo, Frida Kahlo, José Luis Cuevas o Vicente Rojo, por citar a algunos.
Historia de La Música mexicana
Los ritmos mexicanos son el resultado de un largo mestizaje entre numerosas formas musicales que se han dado en los últimos 500 años. Durante la época precolombina la música formó parte de todas las ceremonias rituales. Los instrumentos como el huehuetl, una especie de tambor, el teponaztli, un tronco hueco, las flautas de caña y arcilla o caracoles de mar eran comunes en las ceremonias religiosas y civiles. Con la llegada de los españoles los ritmos se conservan, pero se mezclan con los ritmos recién llegados y los instrumentos españoles, como la guitarra, el arpa, el violín o el órgano, se impusieron rápidamente. Entre la música popular destacan el huapango, ritmo originario de Veracruz en el que se utiliza instrumentos de cuerda, la sandunga, muy parecida al fandango, la música ranchera, generalmente de temas amorosos y dramáticos o el corrido, mucho más alegre.
Historia de La Literatura mexicana
Los primeros españoles enfocaron la literatura hacia la evangelización y de esta época se conservan las crónicas históricas, como las de Sahagún y Díaz del Castillo. Destacan, también, los temas que hacen referencia a la defensa de los indios y que tiene a su mejor exponente en Fray Bartolomé de Las Casas. Del siglo XVII sobresale la extraordinaria obra de Sor Juana Inés de la Cruz, en cuyos escritos poéticos trata del amor y de la mujer.
En nuestro siglo destacan Amado Nervo, al que sucede el también modernista Enrique González Martínez, caracterizado por la profundidad de sus pensamientos. Por su parte, Alfonso Reyes trabajó todos los géneros. La obra de Carlos Fuentes refleja la sociedad contemporánea, mientras que la poesía de Octavio Paz se define como una síntesis de las culturas mexicana y europea.